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Legado Ronald Modra
Una morada para usted y para mí

Por R.M.R.
(Publicado en El Guardián Mundial Edición 3, página 12)


Hoy en día en nuestras instituciones existe una fuerte influencia
para desechar las religiones tradicionales (particularmente el
cristianismo), y reemplazarlas por algo más. Por lo general, el
sustituto no es ni remotamente parecido a la antigua tradición.
Es una reacción total a las enseñanzas antiguas y establecidas.
A menudo, es un intercambio de religión por ciencia. Y aún así
para cambiarse a las nuevas enseñanzas, puede que necesite
mucha más fe de la que necesitó para seguir su religión tradicio-
nal o hasta para no tener ninguna religión.

Cualquier cosa que requiera fe para creer, debido a que se carece
de medidas físicas o sustancias que puedan ser vistas o pesadas,
puede de hecho ser nada más que una nueva religión emergiendo.
Incluso un estudio cuidadoso de la evolución muestra que, en ausencia de todos los fósiles de transición, ésta es de hecho una teoría, como se le ha llamado acertadamente. Y para creer en ella usted debe tener fe que aquellos millones de años efectivamente existieron y que los billones de fósiles de transición de seres en evolución, incluyendo los nuestros, simplemente desaparecieron, pero sin embargo existieron.


Hoy en día, estos vestigios no se pueden encontrar sino a través de la fe en su existencia, que es lo único con lo que contamos. Esta fe es una de las más grandes en el mundo, pero sus seguidores preferirían que no fuera vista como una religión que sobrevive en base a la fe. Parece haber más satisfacción en ser reconocido como una ciencia, ocupando así un sitial más alto.

La interrogante a la que llegamos, si nos permitimos pensar acerca de esto, es si algunas religiones son simplemente una reacción a las religiones que llegaron antes de ellas. Si la situación original fuera verdadera, por ejemplo algo que simplemente existió sin la necesidad de ser llamado religión, entonces todas nuestras nuevas religiones modernas son sólo una reacción a esa verdad original.

Nuestro comportamiento está influenciado por lo que creemos. Lo que somos, para dónde vamos en la vida, bien puede depender de lo que creemos. Para muchos de nosotros “lo que creemos”, no es necesariamente considerado nuestra religión. Sin embargo, si tenemos fe que aquello en lo que creemos es correcto, entonces se ha convertido ciertamente en nuestra religión, aunque sea un reemplazo o reacción a la religión organizada. Para tener una religión, no necesitamos ir a la iglesia o rezarle a una figura religiosa, pues todos creemos en algo. Cualquier cosa en la que creamos y que permitamos que viva en nuestros pensamientos, se ha convertido en nuestra religión, y por más que lo neguemos, no podemos borrar su influencia de nuestras vidas.

El tipo de vida que llevamos y nuestras acciones, son una mejor guía para describirnos, que preguntar ¿cuál es su religión?

Sólo mirar al mundo entero y al universo que nos rodea, nos dice más que cualquier teoría, por lo tanto las teorías no nos dan lo suficiente en qué creer. Nuestras almas están hambrientas de mucho más que meras palabras, y por eso nos sentimos satisfechos al aprenderlas y al aplicarlas en nuestras vidas para ver si funciona.

El cristianismo se convirtió en una religión dominante en algunas regiones del mundo desarrollado, y las culturas en desarrollo de Europa, Inglaterra y  las Américas  crecieron mano a mano con la cristiandad. Aquellos que la descartaran como religión, difícilmente desearían también eliminar el progreso paralelo que se registró en las sociedades cristianas, ya que poblaron vastas zonas que se transformaron en áreas muy desarrolladas y civilizadas del mundo. Esto se debió en gran parte a la naturaleza del cristianismo. Facilitó un marco para el progreso de tal magnitud que aún es posible observar, aún cuando ha sido gradualmente excluido de los programas e instituciones educativas.


En su lugar, existe un vacío muy grande, ya que una gran cantidad de personas lucha por encontrarle un real sentido a la vida. Dinero, sexo, poder y deportes son los sustitutos, pero contribuyen sólo en una pequeña porción al fino tejido de las sociedades, y hoy en día somos un planeta de gente en busca de la verdad, al igual como lo estábamos en un principio, excepto que hoy estamos sepultados en información sin suficiente sabiduría para saber qué hacer con ella. Para aquellos que aún pueden leer las palabras de Jesús, vale la pena disfrutar del siguiente mensaje:

“En la casa de mi padre muchas moradas hay… voy, pues, a preparar lugar para vosotros”
Juan 14:2.

Para aquellos de nosotros que nos preguntamos qué significa esto, primero es necesario saber que la casa de Dios incluye a todo el universo y a todo lo que se encuentra dentro de éste. Las moradas por cierto, son lo suficientemente grandes para albergar a todos y cada uno de nosotros, debido a que Dios llenó el universo con todas esas galaxias.

Nuestros científicos están desconcertados ante toda esa cantidad de galaxias que parecen estar allá fuera en billones, y de hecho su número está en constante crecimiento (un bien raíz misterioso).

Ningún científico puede decirle de dónde vinieron o que están haciendo exactamente allá afuera, en tal cantidad. Sin embargo, pueden adivinar y salir con una gran variedad de teorías. Si pide la más simple de las explicaciones, puede que no necesite convertirse en un científico espacial para obtener la más veraz de las respuestas que se disponga en todo el universo.
Las respuestas siempre han estado con nosotros, sin importar lo que creamos o qué religión hayamos heredado.

Sabemos que Dios se refiere a nosotros como su cosecha y que ese tipo de lenguaje nos ayuda a entender, porque todos sabemos exactamente lo que significa. (Una cosecha tiene un principio y un final). Usando las palabras: “En el principio, creó Dios los cielos y la tierra”. Al final, Él cosechará la tierra y ninguna de sus preciosas semillas permanecerá sin ser cosechada. Todos somos muy amados y valiosos. Todo será llevado ante Su presencia y todos nos arrodillaremos, al darnos cuenta de la grandiosidad que tenemos frente a nosotros.

Después de eso, el sofisticado pensamiento de grandes expertos ha teorizado que todos tendremos vacaciones o que nos sentaremos en una nube a tocar el arpa, o lo que sea que   nuestra mente terrenal considere como una ‘recompensa’. Si lleváramos con nosotros nuestros huesos gastados y nuestra mente estresada, con certeza necesitaríamos de esto, pero en espíritu no tendremos tales necesidades o deseos, los dejaremos atrás. Seremos espirituales y no estaremos impedidos por cuerpos lentos y mentes que sólo sirven para nuestra vida aquí, mientras nos preparamos para la cosecha del maíz. Ese es el lenguaje que se nos ha enseñado para ayudarnos a entender. En los jardines terrenales cosechamos nuestro maíz y usamos los granos para la siguiente siembra. Si es nuestro primer jardín, querremos plantar granos en un campo más grande en la siguiente cosecha, pero en ese pequeño primer jardín, será necesario asegurarse de que la cosecha de granos sea de buena calidad, capaz de sobrevivir en el futuro, no importa donde los plantemos.


Si nosotros somos la cosecha, a pesar de lo que se nos ha hecho creer, entonces ciertamente somos una cosecha preciosa y esta tierra es el almácigo de toda la casa de Dios, que conocemos como el universo, o como el todo que Él ha creado para su plan determinado.

No se nos pedirá continuar nuestra vida en el sentido físico (cuerpo), es obvio, así es que podemos anticipar nuestra existencia espiritual. Todo esto lo hemos aprendido de las enseñanzas cristianas, pero se ha conocido o hablado tan poco respecto de por qué tenemos que aprender tanto, y estar preparados vigorosamente en un cuerpo físico, cuando el futuro es absolutamente espiritual.

Esto no tiene por qué ser  un misterio. Lo que lleguemos a ser sumado al milagro de lo que Dios nos entrega mientras nos convertimos en espíritu, nos permitirá ser muy diferentes y de hecho incorruptibles; es decir, imposible de ser dañados. Cada grano, cada pequeña semilla de la siembra de Dios es muy importante y valiosa, pues el jardín de Dios es tan vasto que todos nosotros somos indispensables. Para tal plan, todos son necesarios. Imagine una galaxia completa sin la semilla de vida que le ha sido designada y hay billones de estas galaxias en el espacio, entonces por cierto que somos criaturas valiosas, hasta el último de nosotros.

Si alguien se imagina esas galaxias sin un Creador que las reúna y que nos enseñe lo básico de la vida para que podamos participar en el plan eterno,  por favor, avíseme.

Hace mucho tiempo que dejé de pelear en contra de la voluntad de Dios, y a pesar de no ser diferente al resto de las personas en este planeta de Su cosecha, me conforta saber que esta tierra está completa y lista para Su cosecha, y que las galaxias se observan en número suficiente como para albergarnos a todos, hasta el último de nosotros.

Lo más desconcertante para nuestros científicos modernos, es que la ‘materia’ (como se refieren a la obra de Dios) se está expandiendo a un nivel increíble y constante. En otras palabras, el universo crece, a medida que se necesitan más galaxias. (Esto podría ser un poco difícil de aceptar para los evolucionistas, pero recuerde que hasta ellos están incluidos en el plan universal de Dios).

Mientras los científicos se alejan cada vez más de poder explicar estas cosas, lo único que necesitamos hacer es tomar el candor de los niños pequeños y esa fe que todos podemos tener, simplemente buscándola. De esta manera podemos evitar la confusión y disfrutar de todas las otras pequeñas pruebas que se incluyen en este primer paso en nuestra senda hacia el más grande de los Reinos. De hecho, el único diseñado para durar eternamente.

¿Alguna vez se sintió con ganas de rendirse? No se moleste, pues en la senda que tenemos por delante, todo ha sido previsto por el Padre Eterno, y si lo puso en esa senda, Él lo acompañará todo el camino.

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