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Legado Ronald Modra

Asesinos en serie en hospitales
¿Cuán seguro es su hospital?

Por Ronald Modra R.



Iatrogénesis - Polifarmacia - Infecciones intrahospitalarias - diagnósticos erróneos - tratamientos incorrectos y ASESINATO!

¿Realmente pueden ocurrir estas cosas en un hospital?, y si es así ¿con qué frecuencia ocurren? Puede que ni siquiera haya pensado que estas consideraciones eran importantes, y ciertamente nadie sugirió jamás que era posible que le ocurriera a usted, aunque estamos escuchando cada vez más frecuentemente acerca de infecciones por estafilococos que atacan al individuo mientras se encuentra hospitalizado, aumentando considerablemente su estadía allí, y en ciertos casos, provocándole incluso la muerte. En algunos hospitales las infecciones son más comunes que en otros, por lo que sería bueno que nuestro gobierno tuviera una oficina que mantuviera registros exactos y transparentes que nos permitieran saber exactamente cuáles hospitales son los más seguros. Sin embargo, es poco probable que esto ocurra en un futuro cercano, a menos que se produzcan grandes cambios.

En EE. UU., Reino Unido y el resto de Europa es posible obtener información sobre estos temas. Está quedando muy en claro que esta área de complicaciones es algo bastante común.

Usualmente los registros no muestran lo que realmente ocurre dentro de las paredes de la institución. La mayoría de los certificados de defunción se ven bastantes normales, pero algunas veces, tal vez más a menudo de lo que nos damos cuenta, el certificado no señala la verdadera causa de muerte.

Si la causa de muerte se debe a un error cometido por el médico, como diagnóstico o tratamiento equivocado, o  error en algún procedimiento, la causa real es ‘iatrogénica’, lo que significa que podría o debería haber sido evitada.

Algunas veces puede deberse por desatender las necesidades básicas del paciente o por suministrar un fármaco tóxico muchas veces en vez de sólo una, etc. Debido a que los hospitales y los médicos ‘no cometen graves errores semejantes’, es poco probable que el equipo alguna vez acepte en su modo de pensar que el paciente fue asesinado por ‘iatrogénesis’. El certificado de defunción usualmente va a llevar el nombre de la condición con la que se diagnosticó a la víctima inicialmente, sin considerar lo que ocurrió después de su admisión. 

La iatrogénesis, por lo tanto, complica el tratamiento donde se usan fármacos, cirugía o radiación, porque incluso con una aplicación ‘correcta’ de acuerdo a las instrucciones del fabricante o cirujano, existe un largo historial de fallas en casi todo procedimiento. Esto no se le explica en detalle ni al público ni a los estudiantes de medicina. En vez de eso, se aíslan las tasas de éxito y se estudian como si fueran un tema separado. En este ambiente, se acepta el fracaso como algo inevitable y más allá del control de cualquier elemento humano, por lo que rara vez se investiga. A menudo se piensa que fue uno de esos casos inusuales e inevitables; no obstante, un estudio cuidadoso de las estadísticas muestra que esos ‘casos inusuales’ son extremadamente comunes, y en muchas ocasiones, representan la mayoría de los resultados.

Polifarmacia es una palabra que se ha convertido en la norma para describir demasiadas drogas suministradas al mismo tiempo. En zonas donde es fácil acceder a tratamientos con fármacos o donde hay una farmacia en cada esquina, es posible encontrar una alta incidencia de víctimas por polifarmacia. Estas personas toman múltiples medicamentos y en verdad creen que se descompensarían y morirían de inmediato si descontinuaran cualquiera de ellos. Se trata, por supuesto, de adicción, en una forma más severa que aquella a la cocaína, heroína, etc., simplemente porque a la víctima no se le permite darse cuenta de que está entrando en un camino cuyo viaje de retorno es, muy a menudo, en una silla de ruedas o en un ataúd. La ignorancia no es una salida, más bien, una sentencia de muerte. La polifarmacia es la adicción a una variedad de fármacos, cada uno de ellos con efectos secundarios, que a su vez deben ser tratados con un fármaco adicional, formando de esta manera, una cadena que es irrompible, a menos que la víctima se de cuenta del nombre del camino.  Nunca se tiene éxito en curar todos los efectos secundarios de todas las drogas, sin importar cuántas tome.

Esta va a funcionar, es el último gran avance en medicina, etc.’, pero rara vez lo hace, y el individuo se ha hecho incluso más adicto.

Frecuentemente, investigadores han repetido que los químicos que recibimos de nuestros fármacos, alimentos y agua, son la causa primaria de muchas enfermedades modernas, entre ellas, la diabetes, los ataques cardiacos, el cáncer, el derrame cerebral y la mayoría de aquellas condiciones que están aumentando en cualquier parte donde hay sociedades sofisticadas y dietas con alimentos sofisticados llenos de aditivos sofisticados.

Las infecciones por estafilococos han sido algo común en hospitales de todo el mundo, donde hay fármacos y procedimientos quirúrgicos modernos; sin embargo, a medida que aumentan los tratamientos con fármacos sofisticados y las operaciones quirúrgicas, las infecciones por estafilococos también siguen aumentando.

En los últimos años el aumento ha sido alarmante, y en un periodo de casi 5 años, se ha duplicado. Eso significa que ahora tenemos el doble de posibilidades de contraer una infección intrahospitalaria. Infección que no teníamos antes de ser admitidos en el recinto. Muchos observadores creen que son las condiciones sucias y la falta de higiene lo que contribuye a este problema moderno. Sin embargo, también es sabio considerar que en la actualidad las dietas de los hospitales y la alimentación de la persona común pueden ser más responsables que cualquier otro factor individual. Siempre oímos de nuevos gérmenes poderosos, pero no escuchamos mucho acerca de las debilitadas células que están tan intoxicadas y débiles que ya no pueden preservar la vida o luchar contra las infecciones. Si no nos nutrimos lo suficiente como para reparar nuestras propias células en forma continua, el cuerpo tiene que deteriorarse. Nunca he visto una persona a quien le falten drogas para tener una vida saludable, pero en todas partes, se puede ver claramente que las personas carecen de una nutrición apropiada para prevenir los síntomas de enfermedad, mientras que sus células se descomponen y se convierten en presa de virus y bacterias que se alimentan o evolucionan en la presencia de células débiles, y también caen presa de los fármacos, que son administrados después de que se han descompuesto. 

Si tan sólo nuestras células pudieran hablar. ¿Cree que usted que pedirían drogas o nutrición? Para la persona sensata, que está conciente de las necesidades de su organismo, las células de hecho hablan, y le agradecen cuando presta atención a sus peticiones.

Confiamos demasiado en expertos que nos observan con gruesos anteojos y narices rojas, lo que nos dice muy claramente que algo está muy mal con la salud de estos expertos en salud.  Es tiempo de correr al ver señales que le indican en forma tan obvia que ha entrado por la puerta incorrecta.

Es increíble que con todos los peligros de la vida, necesitemos leer acerca de asesinos acechando las salas de nuestros hospitales y de los hogares de ancianos. La historia está llena de casos ocultos. Esto es algo que muchos se niegan a aceptar, incluso después de leer informes de los casos en los diarios, oyendo sus nombres y los detalles de las sentencias dictadas por la corte; aun así, es obvio que sólo unos pocos son descubiertos.

Puede que resulte aun más increíble que solamente en EE.UU. en las últimas décadas, se hayan registrado más de 20 casos, cada uno de ellos oscilando entre unas pocas víctimas y doscientas o más, pero que sólo han tenido publicidad recientemente. Parece que la iatrogénesis, polifarmacia y estos asesinatos, usando drogas y aprovechando noches sin supervisión en los pabellones de los hospitales, es algo simplemente demasiado complicado como para explicárselo al público.

Tal vez no entenderíamos, ¿o es que sería malo para el negocio?  Por alguna razón no se habla al respecto y se toman muy pocas medidas.

Cuando informamos en la edición N° 15 de El Guardián de la Salud que el Dr. Shipman había impactado a todos al matar a 200 personas con sobredosis de fármacos, hubo un silencio sorprendente. Las personas lo leyeron sin hacer comentario alguno. Luego vino el Dr. Patel, edición N°16, con más de 80 casos a su haber y la obligación de los tribunales a involucrarse cuando se le solicitó al Ministro de Salud del Estado de Queensland, Australia, hacer algo al respecto. Nadie quiere admitir o creer que tales monstruos puedan hacerse pasar por médicos o enfermeros/as, por lo que simplemente se piensa que ‘no ocurrió’, pero de repente también se comienza a hacer más visible. Resulta imperativo ahora contar con un sistema para sacar a estas personas de los puestos de confianza donde pueden actuar en forma invisible. La confianza por sí sola no es suficiente y cada acto ejecutado por los profesionales de la salud debe ser absolutamente transparente. Todas las muertes deben tratarse como un hecho serio con la correcta revisión y balance del caso para evitar puntos ciegos donde se puedan llevar a cabo actos sospechosos.

Nadie quiere creer que ir al hospital es lo más peligroso que le puede pasar
Sin embargo, las estadísticas indican que entre más moderno, sofisticado y grande se hace nuestro sistema de salud, más enfermedades tenemos. Todo lo opuesto a lo que la persona promedio podría esperar. Más médicos, más fármacos, instalaciones más grandes, significan más enfermedad y más actos sospechosos. Entonces, ¿qué viene primero, la enfermedad o los recintos para tratar la enfermedad? ¿Es la enfermedad de las personas la que causa una industria de las enfermedades más grande? ¿O es esta industria la que crea las víctimas necesarias por medio de un sistema de marketing muy sofisticado y complejo que es invisible para la mayoría de nosotros?  Cualquiera sea la razón real, debe ser investigada, pero una cosa que no se puede tolerar son los asesinos capaces de acechar los hospitales por muchos años, matando cuando les place sin ser atrapados.

Donald Harvey nació en Ohio, 1952 y creció luciendo como una persona muy normal.
Mientras se encontraba haciendo un turno de noche en el Hospital Marymount, en Kentucky, EE.UU., Donald Harvey cometió su primer asesinato. Harvey describió el incidente a un periodista: “Entré a una habitación para revisar a un víctima de derrame cerebral y él refregó excremento en mi rostro. Lo próximo que supe era que lo había asfixiado. Perdí el control ¡Fue el colmo! Estaba tratando de ayudarlo y ¿él me hace eso?”
Después de cometido el asesinato, Harvey limpió al paciente y se metió en la ducha antes de avisar a las otras enfermeras. “Nunca nadie cuestionó el hecho”, expresó. Tres semanas más tarde volvió a matar al desconectar a una anciana del tanque de oxígeno. Luego, y ya con más confianza, comenzó a usar bolsas de plástico, morfina y varias otras drogas asesinando a muchos más pacientes ese primer año. En una ocasión, un paciente discutió con Harvey y golpeó a éste en la cabeza con una chata. Harvey contó que el golpe lo había noqueado, por lo que esperó hasta bien entrada la noche y clavó un instrumento cortante en el catéter del paciente, acto que hizo que el hombre contrajera una infección y falleciera pocos días más tarde. De manera increíble, con el transcurso de los años Harvey acumuló 14 kilos de cianuro que había robado gradualmente durante sus turnos de noche en el Hospital Clínico V.A. de Cincinnati, Ohio.

Treinta y tres fueron los asesinatos confesados por Harvey, sin embargo, pensaba que había muchos otros que no podía recordar. La primera audiencia de libertad condicional para este asesino está programada para el año 2047. Tendrá entonces 95 años. El periodo en que cometió estos asesinatos se extendió por 17 años, hasta que en 1987 fue capturado.

El enfermero asesino en serie, Charles Cullen, admitió haber matado a 40 pacientes y ha recibido 11 condenas de cadena perpetua, lo que significa que es inelegible para libertad condicional por casi 400 años.

Después de su arresto, en diciembre del 2003, confesó haber matado durante más de 18 años en distintos hospitales de New Jersey y Pensilvania, en EE.UU.

Es posible que nunca se sepa el número exacto de personas que Cullen asesinó, debido a inadecuados registros hospitalarios, y a su propia confusión en el momento de recordar a todas sus víctimas. Al contrario de Harvey, Cullen no tenía un diario detallado.

Las familias de las víctimas han presentado demandas contra las autoridades de muchos de los recintos hospitalarios donde Cullen trabajó, argumentando que no estudiaron sus antecedentes e hicieron caso omiso a las señales de advertencia.

En 1983, el Dr. Michael Swango, se graduó de la Escuela de Medicina de Illinois del sur, en Springfield, EE.UU., aunque un año más tarde que el resto de sus compañeros por no completar ciertas asignaturas. Hizo su práctica en la Universidad del Estado de Ohio, pero cuando ésta finalizó, no lo dejaron trabajando, en parte debido a ciertas sospechas de las que nadie quería hablar. Después de su partida, las autoridades lo investigaron por asesinato, pero descubrieron que no es fácil tildar de asesino a alguien que aplica inyecciones a pacientes, cuando eso es lo que hacen los médicos.

Posteriormente, el Dr. Swango perdió su popularidad con un equipo de paramédicos con los que estaba trabajando y trató de envenenarlos. Recibió una condena de 3 años en prisión por ello.

A pesar de sus antecedentes, fue aceptado en otros recintos médicos en Virginia, Dakota del Sur, Nueva Cork y Zimbabwe. Había mentido, falsificado sus credenciales, adoptado alias para ocultar su verdadera identidad. Nadie revisó su historial laboral previo, y en cualquier parte donde trabajaba, sus colegas se enfermaban y los pacientes morían. Cada caso despertó el interés de las autoridades después de escuchar las denuncias al respecto, pero cuando iban a actuar, él ya se había ido.

Para cuando finalmente Swango fue capturado por el FBI, había estado activo por casi 20 años en 7 hospitales diferentes. En muchos casos los pacientes lo identificaron como aquel con la jeringa y los que sobrevivieron dijeron que habían perdido la capacidad de sentir y moverse después de que él los inyectó.

En 1998 se le presentaron cargos por asesinar a 5 pacientes en un hospital de Zimbabwe.
Una vez bajo custodia, el 17 de julio del 2000, confesó en septiembre haber envenenado fatalmente a varios pacientes y también fue condenado por otro asesinato. Puede que nunca se sepa la magnitud de sus hechos, de todas maneras, fue sentenciado a cadena perpetua, sin beneficio a libertad condicional.

Han habido cientos de casos similares o incluso peores, en los que están involucrados enfermeros, enfermeras, y doctores, pero lo casos más recientes son más fáciles de analizar.

Algo claro como el cristal es la renuencia de las autoridades a admitir que esto está ocurriendo y pero aun, el encubrimiento que hace posible que los asesinatos continúen. En más de una oportunidad, hemos visto que los perpetradores han recibido ayuda para escapar o evitar el castigo. En muchos casos, los mismos médicos y enfermeros son adictos a las drogas, y no es de sorprender, cuando es tan fácil para ellos acceder a las drogas, sin costo alguno, sólo manipulando los registros de uso.    

Resumen
Asesinos en el sistema hospitalario
Las personas cometen errores, y en los hospitales, donde las teorías científicas deben cambiar ya que cada nuevo gran avance trae consigo una nueva teoría, hay una revisión constante de lo que funciona y lo que no. El margen de error se construye en base a un mundo médico siempre cambiante.
No hay señal de que esta incertidumbre sobre la última teoría o gran avance cambiará alguna vez, porque por cada puerta que la ciencia abre, hay muchas más que la ciencia no puede abrir.

Sin embargo, sí tenemos un poco más de control en cuanto a los asesinatos que se cometen en los pabellones, sacando provecho de la disponibilidad de toxinas almacenadas en el establecimiento.

En prácticamente cada caso que investigué con el fin de preparar este artículo, encontré evidencia de que el hospital había sido advertido de que el individuo era sospechoso en hechos anteriores. Existía evidencia y algunas veces admisión abierta de que el sospechoso estaba protegido no sólo por compañeros de trabajo, sino también por la dirección del hospital; de hecho, la protección brindada por superiores a menudo otorga la primera razón para continuar con los asesinatos y con semejante extensa carrera de daño antes de que el culpable sea capturado.

Desgraciadamente es un hecho burocrático el que los administradores escondan cualquier situación que haga que su agencia o compañía se vea mal ante los ojos del público, con el fin de mantener el flujo de ingresos.
El tema primordial en los hospitales es la confianza: si los pacientes no se sienten seguros atendiéndose en una dependencia en particular, elegirán otra, y eso es precisamente lo que se quiere evitar a toda costa.

En todo el mundo comienzan a salir a la luz los asesinos en serie del sistema de salud.  Cuentan ahora con una referencia HCSKs  (Health Care Serial Killers) y a pesar de la atención que han recibido por parte de algunos medios de prensa, los crímenes continúan.  

Julio 2002, Vickie Dawn Jackson, 36 años, Texas, EE.UU., sospechosa de cometer 25 asesinatos. Su juicio se llevó a cabo en octubre del 2004, después de la exhumación de 10 cuerpos para efectuar las pruebas pertinentes.

Chirstine Malevre, Francia, acusada del asesinato de 7 pacientes, aunque una vez dijo que había participado en la muerte de 30 pacientes. Recibió una condena de 10 años en prisión.

Lucy Quirina de Berk, Holanda, fue descrita por los abogados querellantes como una sociópata. Era una ex prostituta. Admitió haber falsificado su título universitario. Se cree que era adicta a las drogas. En marzo del 2003 recibió una condena de cadena perpetua.

Kristen Gilbert, 33 años, llegó a la justicia en 1996, cuando tres enfermeras informaron su temor de que fuera un asesino. Trabajaba en el pabellón C, del Centro Médico de los Asuntos de los Veteranos de Guerra, en Northampton, Massachussets. Alguien estaba robando el medicamento epinefrina. La enfermera Kathy Rix, sospechaba del problema y una tarde hizo un recuento de los frascos de epinefrina. Luego tuvo que ausentarse por un momento para asistir en una emergencia cardiaca, y cuando regresó para ver si los frascos continuaban allí, encontró que todos los frascos habían desaparecido.

En 1993, antes de que Orville Lynn Majors se uniera al equipo de enfermería en el Hospital del Condado de Vermillion, en  Clinton, Indiana, todo parecía normal. Alrededor de 26 personas fallecían anualmente en la unidad de cuidado intensivo.

En 1994, la cifra saltó a 101 personas, la mayoría de ellas bajo los turnos de Major.

En 1995, después de que Major fuera suspendido, el número de personas volvió al promedio considerado normal. Major era sospechoso de 130 muertes, y 15 cuerpos fueron exhumados para determinar la causa de muerte. La policía encontró evidencia de que Major había administrado epinefrina y cloruro de potasio aun cuando nunca había sido autorizado para aplicar inyecciones. Fue sentenciado a cadena perpetua. “La personas de la tercera edad deberían ser asfixiadas con gas”, expresó en una oportunidad.

Hay muchos otros en circunstancias parecidas, y también muchos que levantaron sospechas, pero cuyos casos nunca se investigaron en forma apropiada, por lo que quedaron sin resolver en numerosos países alrededor del mundo.

Aquellas personas en posición de proteger al público deberían estudiar las siguientes referencias para tener una idea de la magnitud del problema.

Este es sólo el comienzo, se deben tomar medidas para crear indicadores de ‘luz roja’, de manera que ninguna persona pueda actuar durante 20 años o más sin ser descubierta.

Las siguientes son simples directrices que deberían ser seguidas en todos los hospitales y en cualquier parte en donde exista el potencial para HCSKs (asesinos en serie del sistema de salud).

·Estadísticamente hay una tasa de muerte más alta cuando el sospechoso está de turno.
·Las muertes sospechosas fueron inesperadas.
·Los síntomas de muerte también fueron inesperados, dada la enfermedad del paciente o el procedimiento empleado.
·El sospechoso siempre está disponible para ayudar.
·A menudo, él o ella es la última persona vista con el paciente antes de su muerte.
·El sospechoso se mueve de una dependencia a la otra.
·Otros miembros del staff le ponen a esa persona sobrenombres como ‘Ángel de la Muerte’.
·El individuo está abiertamente interesado en la muerte.
·Otros pacientes se han quejado del tratamiento que éste le da.
·El individuo es reservado o tiene dificultades en sus relaciones personales.
·El individuo tiene un historial de inestabilidad mental, depresión o ingesta de drogas.

Patrones de comportamiento documentados pueden ayudar a encontrar evidencia física que se vincule con el crimen.
Desafortunadamente, los asesinos intencionales, así como también las personas que se han hecho adictas a matar, después de haber comenzado con uno o dos asesinatos piadosos, cuentan con el escenario perfecto para actuar por largos periodos de tiempo. 
Los hospitales son lugares de confianza, y los medios para matar a pacientes están inmediatamente disponibles. Los asesinos en el área de la medicina no son fáciles de detectar, en especial, los médicos; por lo tanto, identificar este fenómeno requiere de un ojo agudo y de la conciencia de que cualquier recinto de salud es vulnerable.

Se debe considerar a los sospechosos seriamente, y vigilarlos todo el tiempo. Se ha hecho una práctica común en algunas áreas permitir la presencia de algún familiar o persona a cargo del paciente, sabiendo que esta será la única forma de evitar lo evitable.

Referencias:
www.crimelibrary.com/serial_killers/weird/doctors/index_1.html
www.crimelibrary.com/notorious_murders/angels/female_nurses/index.html
www.crimelibrary.com/notorious_murders/angels/male_nurses/index.html

R.M.R.


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